Ayer fue un día de esos que cuesta olvidar, asistí al parto de mi niña, de la mano de los mejores intérpretes que se puedan desear, la acogida fue apoteósica, el público increíble, hasta la bandera, entre ellos alumnas y alumnos de 3º de la ESO del IES José Saramago (muy majos y atentos por cierto) el profesor Fernando Duarte está haciendo un trabajo excepcional. Pero también se respiraba algo vital para mí (y creo que para cualquiera empáticamente enfermo como el que suscribe), el calor humano, de amigos y familia, de los que estuvieron en cuerpo y de los que lo hicieron en alma (como así me lo hacen saber en redes y demás, o el propio «peque» en casa).
Primeramente María Casado que participó en la consecución del éxito con su magistral ayuda a Kayoko y la sugerente posterior comida en grupo e intercambio de curiosidades varias…, a Raúl Bravo que pasó por allí y aguantó estoicamente, se me acercó una impresionante belleza del Este que me era familiar, Diana Posa, por Dios era una niña cuando la tuve de alumna, y me advirtió de que Álvaro Barreiro viajaba en su bolso en intención porque no pudo asistir, ya les dije “el próximo paso lista”…
Compañeros recientes pero como desde siempre ya, Hache Costa y compañía, con una posterior charla interesantísima con Andrés (Kayoko y María) tomándonos un tente en pie, José Juarros compañero de labor y también en aquel Echoes masacrado.
La familia claro, Carlos (el hermano vivo que siempre está, el otro viaja conmigo en el uterino recuerdo), Pilar, Jose Luís, padres de mi Musicóloga particular, nunca fallan, el camarada Jacinto y compañera, fue una velada inolvidable.
Hanshakou Kôbô brilló con fuerza, la exposición de Andrés Gomis (soberbio con el saxo preparado y con todo lo demás, increíble sonido) y Kayoko Morimoto (nada nuevo a la insuperabilidad acostumbrada) que se me reveló como una auténtica “show-woman” con sus juegos adivinatorios en el micromovimiento de Tenjishitsu “Pareidolias”, y que junto con Andrés expusieron en un “rizar el rizo” de la pedagogía y el virtuosismo. Sin duda la interpretarán más veces, haciéndola cada vez más suya aun y menos mía, inenarrable, mis dos salidas a saludar al público así lo demostraron. Fue maravilloso, el antes, el mientras y el después, espero que se repita, como digo, muchas veces.
Aun me niego a bajar de la nube, ¡lo que ha costado el parto!, los contratiempos han sido…no hay palabras…, pero como reza el dicho popular, “nunca es tarde si la dicha es buena”, bien pues la dicha es inconmensurable.
Ayer el cerebro funcionó como lo hacía en París o en Barcelona porque las sensaciones, en todos mis sentidos, me eran familiares, las reviví y allí las ubiqué, ilusión, alegría, reconocimiento… Nadie se hace a la idea de lo que supone para un compositor sinfónico asistir a un parto tan notablemente ejecutado y tan calurosamente recibido, nadie.
Lo de ayer fue importante, mucho, y el tiempo se encargará de demostrarlo pese a quien pese (aunque quizá yo no lo vea), a la vez fue un oasis en este desierto de la “realidad” que algunos pocos están (des)cons-truyendo y otros muchos estamos sufriendo, pero hoy aun degusto en el paladar lo que bebí ayer en ese oasis, y con eso me quedo un instante más.
Quizá una obra importante, como sin lugar a dudas lo va a ser esta, tuviese que pasar por la infinidad de vicisitudes que ha pasado hasta que al fin ha podido ver la luz, quizá ha heredado de su progenitor el “nunca tendrás algo fácil” (aunque lo poco o mucho conseguido, apasionado e intenso), pero lo de ayer fue algo importante y con su sabor es con lo que ahora me quedo.
Vuelve el día a día, vuelve el (maravilloso) «calvario» de la creación y la supervivencia, pero desde ayer cuento con un nuevo momento de apoyo, y eso ya es imborrable.
(El del cuadro, aunque de peluca parecida no soy yo…)
Agradecido
Pd. En breve (si soy capaz) subiremos video, por lo pronto la grabación de la obra viaja rumbo a París porque así me lo pidió Claude D…



